martes, 31 de enero de 2017
REINADO DE ALFONSO XIII
El Reinado de Alfonso XIII (1902-1931) representa, a nivel político, la crisis de la Restauración. El impulso regeneracionista desde comienzos del siglo (con reformas y gobiernos varios) no es capaz de desterrar las prácticas caciquiles, el poder oligárquico y los viejos sistemas ideados por Cánovas del Castillo, que perduran durante las primeras décadas. Los grupos no dinásticos, no obstante, experimentan un fuerte crecimiento y empiezan a tener un gran protagonismo, a pesar de las dispersiones ideológicas (republicanos, nacionalistas, obreros). Los grandes problemas del momento se ciernen, pues, entorno a la imposibilidad de gobernar de forma estable y pacífica; el problema de Marruecos, que constituye una espina de última hora como vestigio del imperio colonial español (ahora en el Rif africano); el movimiento nacionalista, con diferentes tendencias, puja cada vez más fuerte por su sentimiento independentista; las crisis económicas, derivadas de la situación de España (atraso) y el contexto de la primera Guerra Mundial, impulsarán a las masas en encendidos levantamientos y graves crisis (Crisis de 1917, Trienio Bolchevique...). La penosa situación de inestabilidad arrastra al país, en la década de los veinte (1923) hacia una dictadura (de Miguel Primo de Rivera) que sencunda las formas fascistas vigentes en Europa (anulación de democracia, partidos político, Cortes, libertades...), pero será incapaz de solucionar los problemas del país, aunque tenga algunos triunfos de carácter económico y militar (en Marruecos). El Reinado de Alfonso XIII terminará en 1931 con las elecciones municipales del 12 de abril y la subsiguiente proclamación de la II República, y la marcha de un rey que no ha sabido solucionar los problemas de España. El Regeneracionismo no fue más que una ilusión, y el país no fue capaz de entrar en el sistema democrático.
HE AQUI LA PRESENTACIÓN DE JUAN MANUEL PALMA ARROYO Y FCO. JAVIER LÓPEZ JURADO
jueves, 26 de enero de 2017
LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA
La Restauración borbónica de Alfonso XII pone fin al s. XIX. Lo hace de una manera singular y poco satisfactoria. España ha entrado durante las últimas décadas en el Liberalismo con Isabel II; ha intentado, durante el Sexenio Revolucionario, la democratización del país, que finalmente resultó frustrada. La nueva etapa borbónica constituye un periplo de estabilidad y orden, propiciado por la Burguesía acomodada y terratenientes, pero se desenvuelve en un Sistema Canovista (el ideado por Don Antonio Cánovas del Castillo) de turnismo y alternancia política (conservadores y liberales) completamente corrupto y con fraude electoral; más allá de los partidos dinásticos las demás fuerzas se mantienen marginadas, sin apenas protagonismo en la vida política. De otra parte, en estas últimas décadas tienen lugar acontecimientos nacionales e internacionales de gran fuste, como la cuestión de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que son los últimos reductos del imperio colonial español que acaban perdiéndose en 1998 (Desastre del 98), y dejando una secuela importante en la conciencia nacional, con pesimismo y decadencia moral. De otra parte el problema pujante de los nacionalismos, que emergen con mucha fuerza y empiezan a generar situaciones encontradas frente a los gobiernos liberales centralistas. De otro lado se encuentra el surgimiento y empuje de los partidos obreros, que empiezan a aflorar (PSOE, UGT, Anarquismo...) y republicanos que se encuentran frustrados y sin salida en un régimen estático monopolizado por unos pocos. En definitiva, la Restauración constituye un bucle de retraso en la Historia de España, que tardará años en desaparecer, con graves problemas de fondo, asentado en un régimen de monarquía compartida (con las Cortes) que se mantiene sin la necesaria modernización democrática que clama a gritos. Pero aún no llegará.
domingo, 8 de enero de 2017
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